Vida, pasión y color: Los secretos del bordado oaxaqueño

Vida, pasión y color: Los secretos del bordado oaxaqueño

El milagro humano de los bordados artesanales

Xhaba gunaa si suuyu ridxi’ galahui’

guidxi

gunaa bia’ guidxilayú

gunaa rinda’naxhi nisado’.

“La plaza viste de mujer cuando el sol

alumbra

mujeres inmensas como la tierra

mujeres con olor a mar.”

Irma Pineda Santiago

¿Qué viene a tu mente cuando cuando miras, escuchas o lees Oaxaca? Las calles de Oaxaca están llenas de historias, tradiciones y lugares emblemáticos. Y los oaxaqueños se sienten orgullosos de su pasado y de su cultura.

El arte es un elemento que ha estado siempre presente en las poblaciones mexicanas. En muchos casos las muestras de arte popular se han convertido en referente de la identidad mexicana y cada una representa distintas formas de comprender el mundo.

En High Life te contamos un poco más sobre los bordados a mano que sirvieron de inspiración para la creación de los trajes de gala de los Juegos Olímpicos de Tokio 2021.

La naturaleza es inspiración artística.

El huipil y el traje de tehuana se distinguen por tener acabados muy coloridos. Los patrones y las flores desbordan todo su esplendor a través de colores propios de la región oaxaqueña.

Las montañas, las playas, las calles de los pueblos; los ríos, los campos, las cascadas; los árboles, los animales, las personas; la familia y la palabra. Todo se entreteje en la mente de las tehuanas oaxaqueñas para que el milagro artístico suceda.

Los azules del amplio cielo se funden con los destellantes amarillos del divino sol. Los verdes sonoros de los valles entran en sintonía con la magia de la exuberante naturaleza: los suaves lilas, los delicados rosas, los llameantes naranjas y los intensos rojizos bailan una alegre y eterna danza.

Esto es parte de lo que calcan las tehuanas oaxaqueñas en sus bordados. El arte popular se recrea, se transforma y adquiere propósito a través de la experiencia de la vida de las mujeres istmeñas.

Ellas son capaces de tejer el universo.

Ellas y ellos no solo toman el color de los rosales, jazmines, bugambilias, tulipanes, jacarandas, flores de mayo, guayacanes, flamboyanes, pezuñas de buey, coquitos, tamarindos, ceibas o pochotes, sino que verdaderamente retratan el fino cambio de la naturaleza.

Nada permanece, todo está en constante cambio. El bordado oaxaqueño es una fotografía, una estampa que traspasa las fronteras del tiempo y nos trae al presente la hermosura de vivir.

Entre pétalos, pistilos, ramas y hojas se completa en el lienzo la (re)creación del mundo. Cada parte del bordado es única, irrepetible, infinita. Quizá por eso el trabajo de las mujeres istmeñas es tan valorado.

Ellas, como nadie, pueden dibujar la belleza del entorno que nos rodea.

No Comments

Post A Comment